En una nueva edición de Argentina Hoy, se abrió un análisis profundo sobre la deuda histórica del sindicalismo argentino con los sectores más precarizados. La conversación retomó el recuerdo del 2001 y 2002, cuando miles de desocupados quedaron fuera de toda representación gremial y tuvieron que construir sus propias estrategias de supervivencia.
Muchos de esos trabajadores, con el tiempo, ingresaron en nuevas formas de empleo: mensajería, plataformas digitales, aplicaciones, changas por pedido y todo tipo de tareas sin derechos laborales. Ese universo creció sin que los gremios tradicionales lo incorporaran ni lo reconocieran como parte del movimiento trabajador.
El debate también incluyó una mirada geopolítica: estudios internacionales analizan hoy, como ocurrió en Ucrania, qué liderazgos pueden canalizar el malestar social. En Argentina, ese fenómeno encontró un nombre: Javier Milei. Su candidatura logró sintetizar el enojo acumulado y convertirlo en una expresión electoral contundente.
Andrea Blandini remarcó que los gremios no han logrado conectar con los movimientos piqueteros, desocupados o con organizaciones como la UTEP. Durante años, el sindicalismo pidió “trabajadores formales”, rechazando al enorme universo que crecía fuera del sistema. Ese distanciamiento, sostuvo, explica por qué hoy resulta tan difícil recuperar a quienes votaron desde el enojo, la frustración o la falta de representación.
La campaña de Milei también fue parte del análisis: panfletos, mensajes simples y presencia en barrios privados durante la pandemia, donde repartidores precarizados llevaban publicidad junto con las entregas de comida o productos. Para muchos de ellos, trabajar en condiciones informales era la única forma de sobrevivir mientras la política y el sindicalismo miraban a otro lado.
Cristian Tarántola sumó su mirada: la CGT históricamente no abrazó al movimiento piquetero ni a los excluidos del sistema formal. Esa fractura, dijo, terminó generando un escenario donde el 50% de quienes votaron eligieron la lógica de un proyecto que capitalizó ese abandono.
La discusión dejó planteada una pregunta central:
¿Cuándo el sindicalismo decidirá sentarse a dialogar con ese enorme sector de trabajadores precarizados que, aún hoy, siguen siendo los olvidados del sistema?
Desde Argentina Hoy seguiremos acompañando este análisis para entender el presente laboral y político de Mendoza y del país.


