¿Quién nos defiende ahora?

Andrea Blandini reflexiona sobre el día después de las elecciones: la incertidumbre laboral, las jubilaciones, el miedo y la pérdida de sentido colectivo. En diálogo con Gabriel Chicone, analiza cómo el poder divide al pueblo y cómo más de 600 mil mendocinos dijeron “no” a las estructuras partidarias. Una invitación a pensar en la organización ciudadana y en la dignidad de decir “no”.

En este nuevo bloque de Ida y Vuelta, Andrea Blandini y Gabriel Chicone ponen el foco en el día después de las elecciones.
No se trata solo de quién ganó o perdió, sino de qué país queda de pie y qué futuro espera a quienes quedaron fuera del sistema.

“¿Nos jubilaremos alguna vez? ¿Qué pasa con los que están afuera de esta estructura?”, se pregunta Andrea.

El debate gira en torno a un punto central: el pueblo no tiene la culpa.
El aparato político y económico es un monstruo que muchas veces le da la espalda al ciudadano, y sin embargo, ese mismo ciudadano carga con la culpa del desastre.
La gente sintió miedo, y eligió desde ese miedo.

Andrea lo dice sin vueltas:

“Yo hubiera preferido que todo volara por los aires, pero la mayoría no se animó. Y es lógico: el sistema genera parálisis, no reacción.”

Gabriel plantea la otra cara:

“La pregunta es quién puede ayudarnos. Y la respuesta no es Chapulín Colorado, ni ningún salvador: depende de nosotros.”

La conversación se detiene en las desigualdades que se profundizan: trabajadores que no pueden tomarse vacaciones, familias que no llegan a fin de mes, profesionales de la salud agotados y un sistema sanitario debilitado después de la pandemia.
Andrea recuerda:

“Los que salieron a hacer patria en pandemia hoy no lo volverían a hacer. Los maltrataron, los dejaron sin recursos y sin reconocimiento.”

El análisis se amplía: la pandemia fue negada, la salud pública se deterioró y el miedo volvió a ser usado como herramienta política.

“Trajeron la voz de Trump a la Argentina para decirnos que viene la oscuridad y la muerte”, advierte Andrea.

Frente a ese panorama, aparece un número clave: 618.000 mendocinos votaron en blanco o se abstuvieron.
Personas que dijeron “no” al sistema, pero todavía no tienen un espacio donde alojar ese descontento.

“Hoy no hay un lugar creíble para esas voces —dice Andrea—, pero puede nacer. Hay cuadros en los barrios, gente que organiza, que resiste. Desde ahí puede reconstruirse la confianza.”

Gabriel cita a Nietzsche:

“El hombre libre es aquel que puede decir no cuando todos esperan que diga sí.”

Esa idea atraviesa toda la charla.
Resistir la presión del rebaño, animarse a decir “no”, se vuelve un acto de dignidad política y social.
Andrea lo resume con su estilo directo:

“Esto no está bien. Necesitás más de 100 mil pesos para hacer un asado familiar. Una maestra gana 700 mil. No alcanza. La gente trabaja, pero no vive.”

En un contexto donde el circuito productivo está roto, las empresas cierran y la inseguridad crece, el discurso del “levantarse temprano y trabajar” suena vacío.
Porque la verdadera flexibilización laboral la da el desempleo.

Andrea cierra el bloque mirando a cámara:

“No esperemos que nadie nos defienda. Tenemos que defendernos nosotros mismos. En Mendoza, más de 600 mil personas ya dijeron ‘basta’. Ahora falta construir el espacio donde ese ‘basta’ se vuelva acción.”

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