Volvemos con más Argentina Hoy en un cierre de año marcado por la tensión y el cansancio social. Las marchas se suceden una tras otra, la Legislatura se mantiene en el centro del conflicto y, casi sin pausa, se aproximan las elecciones departamentales previstas para el 22 de febrero.
Este fin de año se vive desvelado, con una sensación que recuerda al día después de un velorio: el cuerpo duele, la cabeza no termina de procesar lo ocurrido y el ánimo queda suspendido. Argentina parece estar atravesando ese mismo estado colectivo. Cuesta entender el rumbo mientras se encadenan decisiones a nivel provincial y nacional sin un debate profundo ni tiempos de asimilación social.
En ese contexto, continúa en la Cámara de Diputados el tratamiento de la Ley de Glaciares. Lo que genera preocupación es el respaldo a su reforma por parte de provincias como Mendoza, San Juan, La Rioja y Jujuy. Territorios que ya enfrentan una grave crisis hídrica y donde el agua escasea de manera alarmante.
La paradoja es evidente: provincias que prácticamente no tienen agua impulsan cambios sobre una ley que protege reservas estratégicas. En muchos casos, lo que queda son apenas pequeños espacios periglaciares degradados, convertidos en barro, que aún cumplen una función vital para el equilibrio ambiental.
El cierre del año expone así un escenario de acumulación de conflictos: protestas sociales, procesos electorales inminentes y decisiones ambientales de alto impacto. Todo sucede de manera vertiginosa, sin pausa, alimentando una sensación de incertidumbre que atraviesa a gran parte de la sociedad.
Pensar este momento requiere detenerse, observar y comprender que no se trata de hechos aislados, sino de una secuencia de acciones que definen el modelo de país y de provincias que se proyecta hacia el futuro. El cuidado del agua, la participación democrática y la escucha social aparecen como ejes ineludibles en un fin de año que deja más preguntas que certezas.
