Del ridículo no se vuelve

En esta conversación analizamos cómo la reforma laboral, los cambios de gabinete y las disputas internas dentro de la derecha argentina revelan una crisis de institucionalidad. Entre festejos desconectados de la realidad y gestos políticos que bordean el absurdo, surge una reflexión clave: en política, del ridículo no se vuelve.

En una nueva edición de “De ida y vuelta”, abordamos uno de los temas que más tensión genera en la agenda nacional: la reforma laboral y sus posibles impactos en las relaciones de trabajo en todo el país. Pero la conversación rápidamente se expandió hacia un panorama más amplio: el momento político que atraviesa la Argentina.

La senadora mandato cumplido nuestra columnista política analizó cómo los recientes cambios de gabinete expusieron, una vez más, que el gobierno de Milei mantiene fuertes vasos comunicantes con el macrismo. No se trata solo de figuras recicladas: es la continuidad de una lógica política y de actores que vienen desde los años de Alfonsín y que vuelven a ocupar espacios clave.

La charla también dejó una imagen contundente: la desconexión de algunos dirigentes con la realidad social. Entre abrazos exagerados, saltos y festejos públicos, aparece el dilema de una dirigencia que parece no comprender al pueblo que dice representar. Especialmente cuando hablamos de territorios como Mendoza, donde la representación simbólica y política exige una sensibilidad que hoy brilla por su ausencia.

En este escenario, surge una frase eterna en la política: “del ridículo no se vuelve”. No es solo un comentario irónico: es una advertencia sobre los costos simbólicos y reales de banalizar la institucionalidad. Ya lo vimos en otros momentos de la historia: las frivolidades, los gestos desubicados y la búsqueda de titulares fáciles pueden marcar un gobierno más que cualquier reforma estructural.

La pregunta que queda abierta es si estas actuaciones son errores, inocencia, o estrategias deliberadas para ocupar el centro de la agenda. Mientras tanto, la ciudadanía observa, analiza y siente el impacto de decisiones que no siempre se condicen con la gravedad del contexto económico y social.

La política argentina está viviendo una etapa donde lo serio convive con lo absurdo, y donde la responsabilidad institucional parece ceder terreno frente a la espectacularidad. Y en ese contraste como quedó claro en la entrevista se juega gran parte del futuro inmediato del país.

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