Cerrar el año pensando en el nosotros

En el último bloque de Argentina Hoy se compartió un balance de un año complejo, atravesado por tensiones políticas y sociales, pero también por aprendizajes, escucha y respeto. Un cierre que reivindica la empatía, la bondad y la construcción colectiva como caminos posibles para enfrentar lo que viene y volver a pensar una Argentina con todos adentro.

El último bloque de 2025 de Argentina Hoy fue, más que un cierre formal, un ejercicio de balance colectivo. Un año difícil, intenso y cargado de tensiones políticas y sociales llegó a su fin, y el espacio se permitió detenerse a reflexionar sobre lo recorrido, lo aprendido y los desafíos que se vienen.

A lo largo del año, el programa sostuvo una premisa clara: escuchar. Escuchar a candidatos de todos los espacios políticos, incluso cuando las miradas resultaban incómodas o alejadas de una concepción profundamente ligada a los derechos del trabajador. Aun así, el ejercicio fue ponerse en el lugar del otro, comprender el contexto y generar entrevistas que aportaran al debate público sin gritos ni descalificaciones.

En esa experiencia, la empatía apareció como un valor central. Aprender a leer al otro, a no herir susceptibilidades y a entender qué está sintiendo quien está del otro lado del micrófono fue parte del aprendizaje cotidiano. Ese clima de respeto dentro de la mesa de redacción se volvió una marca del programa y una herramienta útil para quienes escuchan.

El balance también dejó en claro que el contexto no es alentador. El 2026 asoma como un año todavía más complejo, sin promesas de frutos inmediatos. La metáfora es conocida en Mendoza: cuando cae la helada, lo que parecía crecimiento se congela. Por eso, el compromiso es redoblar el trabajo, profundizar el análisis, sumar conocimiento y construir propuestas con mayor claridad.

Las respuestas de la audiencia mostraron algo importante: hay una necesidad real de escuchar otras voces. La circulación de contenidos en redes y en YouTube evidenció que la gente quiere ideas, quiere contrastar opiniones y decidir por sí misma. Frente a medios y discursos que muchas veces imponen pensamientos, abrir el juego se vuelve un acto político en sí mismo.

En ese camino, aparecen valores que el cierre quiso destacar. Defender el agua, la cordillera y la vida como ejes irrenunciables, pero también recuperar la bondad como virtud política. Frente a una práctica política muchas veces atravesada por la crueldad, se planteó la necesidad de volver a hacer política desde el bien, desde la construcción y no desde el daño.

El reconocimiento al trabajo colectivo también tuvo su lugar: el equipo técnico, la producción, la edición, quienes sostienen el programa detrás de los micrófonos. Y una mención especial para quienes aportan miradas complementarias, ayudando a comprender que muchas decisiones políticas no nacen del error, sino de la intención.

El cierre retomó una idea potente: las derrotas no son definitivas. Se puede perder un round sin perder la pelea. Esa lógica atraviesa al peronismo, que históricamente supo resistir, reorganizarse y volver a ponerse de pie, sostenido en sus banderas de justicia social, soberanía política e independencia económica.

Finalmente, el mensaje fue claro y directo: levantar la copa pensando en la necesidad de reconstruir una Argentina en la que valga la pena vivir. Una Argentina con todos adentro, no con unos pocos. Pensar el futuro desde el nosotros, incluso en los momentos más difíciles, sigue siendo el desafío.

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