En el programa escuchamos a los dos secretarios generales de la CGT Regional Mendoza y lo que compartieron refleja una realidad que duele. La situación laboral está atravesada por despidos, incertidumbre y un gobierno que avanza sobre derechos conquistados. La CGT lo dijo sin rodeos: las políticas actuales están tocando las leyes laborales con una profundidad que ya no se puede ocultar. Por eso realizan capacitaciones, encuentros y charlas para preparar a las organizaciones gremiales frente a un escenario que se vuelve cada día más difícil.
Lo que contaron es fuerte: la apertura indiscriminada de importaciones está provocando que empresarios dejen de fabricar y se dediquen solo a comprar. Ayer mismo cerraron tres empresas en Mendoza, con 600, 400 y 200 trabajadores respectivamente. Familias enteras quedaron en la calle, y ni siquiera se pagaron las indemnizaciones. La CGT está acompañando a esos compañeros en todas las instancias legales para evitar que queden desamparados. También remarcaron la importancia de defender la obra social, un derecho que garantiza salud y contención y que hoy está en riesgo.
Cuando hablaron de la crisis sanitaria, pensé inmediatamente en GALENO. Revisé su situación y la deuda supera los 13 mil millones de dólares, casi el triple de su capital. Si una prepaga que durante años fue símbolo de estabilidad para la clase media está al borde del colapso, ¿qué queda para quienes están por debajo de la canasta básica? El derrumbe de una empresa de esa magnitud dejaría miles de despidos y a una enorme cantidad de familias sin cobertura médica. Es un anticipo del futuro que se viene si seguimos naturalizando la destrucción del sistema de salud argentino.
Y entonces me surgió otra pregunta, que tiré al aire porque toca una fibra sensible del movimiento obrero: ¿qué queda hoy de aquel espíritu histórico de la Unión Obrera Metalúrgica? ¿De Vandor? ¿De Lorenzo Miguel? ¿De esa fuerza que plantó bandera en momentos decisivos? Porque si hay algo claro es que hoy más que nunca necesitamos gremios sólidos, con identidad, con coraje y con convicción política.
La CGT dejó en claro que está dispuesta a defender “a carne y uña” a los trabajadores. Y eso, en un contexto donde se pierden empleos, se precarizan derechos y colapsa la salud privada, es más que una declaración: es una advertencia de que vienen tiempos de lucha, organización y resistencia.
Toda esta situación nos invita a abrir los ojos. Nada de lo que está pasando es casualidad. Son decisiones políticas que impactan en cada puesto de trabajo, en cada familia, en cada consultorio médico que deja de atender. Es momento de pensar colectivamente cómo defendemos la vida, la dignidad y los derechos que nos pertenecen.
Y como siempre digo: si el pueblo mendocino se levanta, no hay gobierno que pueda contra esa fuerza. Acá estamos para seguir construyendo ese “nosotros”.
