La mesa de 8 del PJ

En este análisis cuento lo que pasó realmente en el plenario del PJ en San Rafael. Mientras el justicialismo avanzó con una mesa de 8 que decide por todos, el peronismo —el amplio, el que late en la gente— quedó afuera de la discusión. Comparto cómo lo veo, qué implica para la democracia interna y por qué este modelo de cúpulas nos sigue alejando del pueblo.

Este fin de semana se reunió el PJ en San Rafael y, mientras el justicialismo sabía que tenía una cita, el peronismo como identidad más amplia ni siquiera sabía que había un plenario decisivo. Eso duele, porque vuelve a mostrar que la vida interna del partido se está achicando a una estructura mínima que decide por todos.

Lo que se votó fue que una mesa de ocho personas elija las listas de concejales de los departamentos desdoblados. Eso nunca fue peronismo. Es una lógica radical: una cúpula reducida, ejecutiva, que define quién entra y quién no. Y no nos digamos mentiras: ocho nombres van a decidir qué lista “conviene”.

Los intendentes, con su estructura, aseguran que pueden ganar en sus departamentos y que La Cámpora no aporta. Puede gustar o no, pero esa es la lectura que hacen. Sin embargo, lo que queda afuera es todo lo que no es ni “La Cámpora” ni “PJ ortodoxo”. Un peronismo enorme, social, territorial, queda sin voz.

Además, los tiempos electorales son apretados: frentes que debían presentarse el 24 de diciembre, listas que cierran el 3 de enero, dirigentes que no quieren mover un dedo un día antes de Navidad. Esa falta de compromiso también dice mucho.

Y mientras en 2027 parece que falta una vida, no falta nada. Cuando volvamos de las vacaciones del 2026 estaremos a 12 meses de presentar listas. Un proyecto político serio se construye como los planes anuales docentes: paso a paso. Pero hoy no vemos propuestas, no vemos alternativas de fondo ni para el presupuesto, ni para la minería, ni para el futuro de Mendoza. Sin propuestas claras, no hay esperanza.

El gobierno actual propone sacrificio, dolor y generaciones enteras entregadas a una promesa de potencia internacional que nadie va a ver. Del otro lado, el justicialismo debería estar construyendo felicidad, certezas y futuro. Pero hoy no lo está haciendo.

Si existe un proyecto, por ahora está guardado en silencio de convento. Y así no se enamora a nadie.

Volveré sobre este tema, porque la política mendocina necesita abrirse, escuchar y volver a conectarse con el pueblo.

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