Hoy seguimos analizando lo que pasó en la Legislatura y, sobre todo, lo que viene con el proyecto San Jorge, que ya obtuvo media sanción. La próxima etapa es el Senado. Si el PRO acompaña al oficialismo como ya viene ocurriendo los votos para aprobarlo están. Y después vendrá la instancia judicial, porque el principio precautorio del derecho ambiental está vigente y hay demasiadas incertidumbres científicas como para dejar pasar este proyecto sin revisión.
Lo más grave es que la discusión expuso algo que vengo diciendo hace tiempo: Mendoza quedó atrapada en un esquema de poder absoluto, con una Legislatura que funciona como escribanía y una Justicia donde el oficialismo logró influir demasiado. Cuando una sola fuerza política concentra tanto, se pierde diálogo, se pierde control y se pierde democracia.
También quedó claro que muchas fuerzas que se presentaban como oposición ya no lo son. En temas sensibles para Mendoza terminan votando junto al oficialismo, mientras afuera la sociedad reclama, protesta y exige ser escuchada. No se puede seguir hablando en abstracto: la gente merece nombres propios y responsabilidades claras.
Sobre la vía judicial, sabemos que existen estrategias: acciones preventivas, cautelares, amparos y planteos de inconstitucionalidad. Pero los tiempos judiciales deben respetar la finalización del procedimiento administrativo para que no se declare abstracto. Hay abogados preparados para esto y lo van a presentar en el momento justo. Lo que preocupa es que si la Legislatura no controla y la Justicia tampoco, todo el sistema pierde sentido.
Y mientras tanto el país arde: inflación diaria, salarios que no alcanzan, precarización laboral. Con un gobierno nacional que empuja un modelo de ajuste y un gobierno provincial que aprovecha la crisis para avanzar con proyectos que no resistirían un debate serio.
También creo que hay una deuda dentro de la oposición mendocina: faltan gestos de humildad, de reconocimiento y de unidad. Sin eso, gana siempre el más poderoso. Lo hablé con dirigentes de distintos espacios: si no dejamos atrás viejas peleas y no frenamos los acuerdos por abajo con el oficialismo, nada va a cambiar. Mendoza necesita un frente amplio, sólido, coherente y valiente.
En el Frente Verde demostramos que hay otra forma. Somos una fuerza nueva, con menos de diez años, pero con ideas claras y un crecimiento real. No creemos en los extremos ni en las soluciones mágicas. Creemos en construir una alternativa que represente lo que la gente pide hoy: trabajo, producción, control institucional y defensa del ambiente.
Lo que pasó hoy en la Legislatura es un síntoma: legisladores que no pudieron salir por el rechazo popular, una sociedad harta de las decisiones tomadas a espaldas del pueblo, y un poder que se sostiene sobre el miedo. Nosotros salimos caminando entre la gente porque no traicionamos nuestras banderas. Pero muchos otros sí lo hicieron.
También es urgente discutir la pauta oficial. El gobierno define qué medios sobreviven y cuáles quedan afuera. FOPEA ya advirtió sobre el riesgo para la libertad de expresión. Se bloquean contenidos críticos, se revisan redes, se condiciona a periodistas. Eso también es parte del problema estructural.
Hoy Mendoza está en un punto crítico. No hay industria, no hay producción suficiente y se impulsa un modelo minero que no va a dejar beneficios reales por décadas. La oposición quedará reducida a un grupo mínimo intentando expresar algo en un mar de oficialismo.
Pero aún así creo que el futuro se puede recuperar. Con coraje, con organización y con una ciudadanía despierta. Por eso sigo diciendo lo que digo: no podemos permitir que el poder absoluto se convierta en norma en Mendoza. Todavía estamos a tiempo de cambiar el rumbo.


